Nuestras ideas nos llevan a transitar caminos que a veces parecen ajenos a nuestro control y de los cuales no podemos escapar, pues al darles energía seguimos creando las causas para que sigan sucediendo. De las ideas que todavía se encuentran en nuestra cultura de relaciones humanas, surgen caminos dolorosos, me refiero entre otras, a la absurda idea que sostenemos como correcta cuando es todo lo contrario: El clásico ‘si no te cela es porque no te quiere‘.

Los celos son una perturbación mental que te hace sentir disgusto al observar las buenas cualidades, los disfrutes o la buena fortuna de los demás (incluyendo a tu pareja).

Así pues, los celos son en el fondo una mente que odia, pues siente disgusto y malestar por el bienestar de los otros, lo que constituye una incongruencia en el amor que, en teoría, desea la felicidad de los demás, especialmente de la pareja. El problema es que son tan normales, es decir, están tan presente en todas las relaciones que resulta difícil pensar una relación donde no aparezcan: «Mal de muchos, consuelo de tontos» (bien ahí la sabiduría popular). Durante mucho tiempo se ha considerado que la causa de los celos son las propias fantasías inconscientes del celoso (su propia sexualidad o su mente cochina para explicarme mejor), también se ha hablado mucho de la inseguridad del celoso y de los celos naturales versus los patológicos. Sin embargo, en mi experiencia clínica y de vida, la causa de los celos es el odio que se opone a la felicidad de otros y principalmente al de la pareja; entre otras palabras, la obstinada idea de querer ser la única causa de felicidad de nuestra pareja. Será difícil renunciar a los celos, pues como ya he dicho, estamos profundamente familiarizados y hasta los promovemos. Los celos se oponen a la felicidad de otros En teoría, deseamos la felicidad de nuestra pareja, deseamos que crezca, que se supere día a día y que su belleza y virtud aumenten con el tiempo, pero en la práctica y principalmente cuando estamos celosos, es eso justamente lo que nos causa malestar y disgusto, lo que constituye un contrasentido en el supuesto amor que le ofrecemos.

Si no entendemos los celos como verdadero odio, seguiremos siendo tolerantes con ellos y dejaremos que surjan en nuestro corazón y en el de nuestra pareja.

Por otro lado, es necesario entender que la felicidad es un estado mental y no es una persona, ningún objeto y ningún lugar y mucho menos nosotros; ninguna situación o fenómeno por hermoso que aparezca en nuestra realidad será causa de felicidad. Puede que la utilicemos para inspirar felicidad y amor, pero hay grandes diferencias entre ser causa de felicidad e inspirar la felicidad. Así que el hecho de que nuestra pareja se la esté pasando genial bailando arriba de una barra y en medio de dos cubanos mamados, fuertes y nalgones (imagina a unas cubanas si eres mujer), no debería enojarnos y mucho menos ponernos celosos. Los celos son una mente que odia Para lograrlo yo pienso en tres cosas (si mi pareja se encuentra en la situación antes descrita):

  • No lo está haciendo por que me quiera chingar. Ella, igual que yo, es un ser sintiente que quiere ser feliz y esta tratando de pasarse la bien, está tratando de alcanzar su felicidad. Tengo que entender que yo no soy causa de felicidad y que mientras más feliz sea ella, más felicidad podrá compartir.
  • Que si genero celos, entraré en oposición a su felicidad, me sentiré indignado y traicionado y estos sentimientos serán obstáculos difíciles para alegrarme por sus logros, disfrutes o buena fortuna y eso es una forma de odio. También debo de ser responsable conmigo mismo y no darle la responsabilidad de mi estado mental e inspiración a mi pareja (ni a nadie), pues si le deposito la responsabilidad de mi estado mental estaré creando las causas para sufrir mucho transformándome en un ser dependiente, en otras palabras: Lo que mi pareja haga o deje de hacer tendrá consecuencias en su futuro, igual que lo que yo haga y deje de hacer tendrá consecuencias en el mío, así que si yo me enojo, yo pierdo.
  • Si no tengo amor suficiente como para sostenerlo a lo largo del tiempo, y estoy esperando que el amor y la felicidad de mi pareja llenen mis expectativas, entonces debería de cuestionarme si en realidad tengo capacidad para sostener una relación libre y dejar de estar condicionando la vida de mi pareja.

Lo anterior solo resulta si se pone en práctica y se sostienen estas ideas fuertemente en la memoria. En verdad, considero que es muy complicado eliminar los celos que son la razón de que los psicólogos nos llenemos de pacientes por terapias de pareja, mismas que no tienen efectos trascendentes debido a que, nosotros, los psicólogos, también somos tolerantes con los celos. El verdadero amor es dejar convivir en libertad a tu pareja sin celos Pero piensa un momento en esto:

Nadie quiere una relación de amor para tener problemas, malos entendidos o sentirnos angustiados o necesitados; el objetivo primordial para tener una pareja es compartir amor. Si dejo entrar a los celos, no tiene sentido seguir en una relación.

Como diría un amigo «no tiene sentido sostener una relación que entra en conflicto por los chismes de facebook» (o dos cubanos nalgones), así que si tu pareja no te cela, no pienses estupideces, es porque te quiere de verdad, y si lo hace, pregúntale ¿por qué y para qué está contigo?

¿Porque una mujer te cela?

Los celos son una perturbación mental que te hace sentir disgusto al observar las buenas cualidades, los disfrutes o la buena fortuna de los demás (incluyendo a tu pareja).

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