El pasado Miércoles 20 de Junio tuve la oportunidad de compartir algunos de los avances de mi investigación acerca de la posibilidad de las relaciones amorosas. Ahí surgieron, a propósito de mis aseveraciones, preguntas fascinantes, todas relevantes, pero dos de ellas acerca de la validez de la presencia del apego en la vida del ser humano y de la dirección del flujo amoroso, son fundamentales para mi forma de entender el amor.
Las preguntas fueron: 1. ¿Acaso el apego no es necesario para el sustento de la vida, puede haber un apego virtuoso? y 2. ¿El flujo del amor es hacia afuera o hacia adentro?
En respuesta estas preguntas, expongo lo siguiente:
Para empezar a comprender las respuestas a estas profundas preguntas, conviene pensar en el amor que surge de un amante que se ha liberado de los obstáculos primarios de su existencia, un amante que desde la consciencia decide brillar como un sol, como una estrella, sin apego a los planetas que lo circundan y que en un principio comenzó en sí mismo.
Pensemos lo siguiente:
El sol es una estrella, una fuente autosustentable de luz. En combinación con los elementos de nuestro planeta dan origen a la vida y por tanto a todo lo que nos sucede a los seres humanos. Resulta particularmente interesante comprender la mecánica del fenómeno a través del cual el sol fue formado, genera su luz y se propaga a través del universo: para que el sol se haya podido formar, según la teoría, se tuvieron que concentrar millones de átomos a lo largo de millones de años, es decir, se tuvo que acumular mucha energía en un mismo lugar hasta que la primera chispa surgiera, después de eso su luz, que podríamos decir viene del centro o del interior, se propaga en todas direcciones en el espacio del universo.
Esto es la representación aparente más clara a la que puedo acercarme al pensar en un amante. Ahora bien, en analogía, pensemos que el amante primero requiere dirigir su energía a sí mismo, lo suficiente para generar amor propio (que es base de toda experiencia amorosa). Para ello tiene que aprender a mantenerse concentrado, digamos en meditación, a lo largo de mucho tiempo. No es una generación espontánea, es un proceso dependiente que implica hacerse cargo de sí mismo, controlar su tiempo y espacio, realizarse intelectual, emocional, sexual y físicamente, hasta convertirse en un flujo autosustentable de energía, que sin apego ni ego comparte su logro (energía independiente) con todo lo que le rodea.
Para ello, el amante debe abandonar las distracciones y más aún, abandonar el deseo egoísta de ser amado; en otras palabras, el ser que quiere convertirse en un amante, en la búsqueda de la experiencia del amor se abandona a sí mismo entregándose a la verdad de la totalidad, abrazando todo el espacio y el tiempo, todo el proceso universal que incluye tanto la luz como la sombra.
Si hay amor, hay amor para todos y para todo. Esa es la naturaleza del amor: completar, unir, acabar con el miedo y desarrollar la consciencia que abarca todo el universo, lo demás es una pequeña muestra, una mera simulación limitada y reducida de la capacidad amorosa de nuestra mente. Por ello, mi propuesta para alcanzar una relación de amor, inicia en estar de acuerdo en pensar el amor como un estado mental (una relación con uno mismo); aceptar que es cuestión de condiciones, no de ganas; y que es el resultado de un proceso de concentración de energía estabilizada.
@drpsyke
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Que debo de trabajar en mi o que terapia seguir para aprender a amarme a mí mismo. Muchas gracias
Hola Julián, el autoconocimiento y autocontrol del cuerpo. Hay que darle vida a la frase que no se puede dar lo que no se tiene, y para ello hay que orientar nuestra mente hacia el amor, la paz y la tranquilidad, solo así podremos conmpartir nuestra experiencia. Puede ser a través del ejercicio, el cuidado del cuerpo, la meditación o una psicoterapia propiamente, tu construyes el camino que te venga mejor.
Saludos.