No prometas lo imposible. Una buena estrategia para evitar frustración es conocer y exponer desde el principio nuestros limites, cosa que cuesta un poquito de trabajo, sobre todo cuando estamos seduciendo o queremos estar con alguien. Generalmente parece ir en sentido contrario, pues cuando queremos comenzar una relación sana, a cambio de nuestros límites presumimos y alardeamos de habilidades y conocimientos (aspiraciones), situación que con el tiempo termina por revelar otra naturaleza a la inicial.

“Al principio era diferente”, o “él (o ella) no era así” son frases frecuentes en la práctica clínica y hacen referencia precisamente al tema que nos importa: La ilusión de la fidelidad.

Resulta que desde que yo recuerdo, las relaciones interpersonales, principalmente las relaciones de amor, basan su éxito en su capacidad para ser fieles, esto que se vende y se compra como la exclusividad de la vagina/pene. Como si no tuvieramos historia, prometemos fidelidad a nuestra pareja.

Hace 100 años, Freud ya vislumbraba las complicaciones de la fidelidad, pero solo hasta Lacan tuvimos la oportunidad de entender la incapacidad de nuestra mente en materia de fidelidad. Me explico: Para que alguien nos parezca atractivo y queramos comenzar/sostener una relación sana con esa persona, los seres humanos acudimos a una imagen ideal, así pues, mientras dicha persona se parezca más a nuestro ideal, más atractiva será; mientras menos se parezca a nuestro ideal, menos atractiva será.

Ideales de fidelidad de pareja

Parece sencillo, pero en la vida esto tiene implicaciones que muchos no estamos dispuestos a aceptar, pues no es posible ser fiel a nadie, en todo caso, le somos fiel a nuestro ideal, no a nuestra pareja.

Nuestra pareja solo se parece al ideal que queremos alcanzar. Partiendo de este hecho psicológico, podríamos decir que no existen condiciones mentales para poder ser fiel a nadie, solo a nuestro ideal, por lo tanto, la fidelidad prometida en nuestras parejas es solo una ilusión, la ilusión de que la persona con la que estamos es la indicada y siempre se parecerá a nuestro ideal, lo que es imposible porque el ideal cambia eventualmente.

No es necesario hacer mucha investigación, nuestros padres, amigos y nosotros mismos somos infieles en el sentido estricto de la palabra, no hay que consumar nuestras fantasías para considerarnos infieles, si a lo único que podemos ser fieles es a nuestro ideal y éste además es maleable, cambiante, tenemos perdida la batalla. Esto sin olvidar que estamos determinados biológicamente para generar impulsos sexuales, deseos cariñosos y establecer relaciones de largo plazo con quienes seamos compatibles.

Dicho esto, hay que proponer una actitud mental que valide nuestras relaciones ya que la fidelidad nunca podrá hacerlo. Para ello propongo cambiar la fidelidad por lealtad. Si recordamos qué fue lo más doloroso y confuso en las experiencias de infidelidad, la mentira es una respuesta común, y justo eso podemos dejar de hacer, podemos dejar de mentirnos a nosotros mismos, conocernos. Dejar de creer en las mentiras de nuestras parejas infieles.

Te quiero y porque te quiero feliz te diré la verdad.

Te quiero y porque te quiero feliz te diré la verdad. Si dejamos de prometer fidelidad, sobre todo si somos jóvenes y mejor prometemos lealtad, como un acto sensato y además favorable al demostrar respeto por el otro, nuestra energía no estará condicionada, lo cual es necesario para amar y solo en la libertad se puede amar. Si aceptamos la condición de imposibilidad de la fidelidad, entonces ser leales es un camino virtuoso.

No es un movimiento sencillo. Se necesita más que voluntad para decirle a nuestra pareja que ya nos andan moviendo el tapete por otro lado, se necesita lealtad. Así que yo les propongo que no prometan ilusiones, en sustitución prometan lealtad, prometan algo que si podemos hacer, decir la verdad.

Quizá para muchos hombres y mujeres es más facil sostener ilusiones de fidelidad que aceptar sus deseos, pero es de sabios cambiar algo que no ha funcionado. Un sistema de relaciones basado en la fidelidad es un sistema que está destinado al fracaso.

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