Una relación sana es, en el sentido más literal, una relación de bienestar, una relación feliz. Supone una relación que ha alcanzado sus objetivos o realizado los motivos por los cuales esa relación se comenzó y en este sentido, es fundamental que antes de empezar una relación tengas claro: ¿Para qué quieres una relación? Porque cuando estamos conocemos nuestra intención y estamos conectados con ella es más sencillo construir la relación que se desea.

Acá es importante tener en cuenta que no es fácil, es un camino largo pues la relación perfecta no aparece, se construye con mucho tiempo y paciencia, con aprender a soltar y a recibir lo que hay, con autoconocimiento y la autogestión de un flujo de energía interior que nos otorgue una cualidad especial con la que podremos interactuar con otros seres y con la realidad, que nos proteja y protege a quienes nos acompañan, me refiero al amor propiamente dicho, ese que comienza en el amor propio y termina en su liberación.

Una relación sana lleva tiempo y hay que ser pacientes para lograrlo.

Actualmente es una de las principales búsquedas en la existencia del ser humano. Parece que todos desean profundamente tener una relación exitosa, pero eventualmente, todos en sus relaciones sufren intensamente por los problemas dentro de su relación de amor. Lo más sorprendente es que en verdad los problemas son muy básicos (comunicación, insatisfacción, celos, compromisos familiares, etc), la mayoría de las veces hasta infantiles, y la pareja termina discutiendo por cosas que pueden calificarse como tontas.

A pesar de esto, la mayoría de los seres humanos descartamos el reto que implica tener una relación sana, es decir, se nos hace muy fácil entrar y salir de una relación, a veces no hemos ni terminado una y ya empezamos otra, saltando de una situación a otra sin consciencia ni trabajo de conocimiento propio.

Yo soy un ser un humano común y corriente, pero estoy convencido que podemos elegir nuestras relaciones, y que podemos tener mejores relaciones amorosas, conscientes y en general sanas y exitosas, que nos ayuden a ser mejores personas cada día y contribuyan gratificantemente nuestra experiencia social e interior. Para ello y para empezar, considero que debemos de tener en cuenta las siguientes reflexiones:

Vivimos en una sociedad infantl

Vivimos en una sociedad infantil.

En el contexto moderno, en comparación con las sociedades del mundo, nuestra sociedad apenas lleva 500 años conformada como sociedad moderna, a diferencia de Europa o Asia por ejemplo, que llevan entre 3, 500 años y 6, 500 años respectivamente.

A pesar de la globalización, el tiempo de vida de algo o alguien señala su etapa de desarrollo (hay que crecer para después desarrollarse), y no es noticia que en México y Latinoamérica, el desarrollo de nuestra sociedad tiene un rezago importante, lo mismo ocurre en nuestras relaciones (con lo anterior no quiero decir que las relaciones sociales en otras partes del mundo sean mejores que aquí, solo que son diferentes en función a su momento de desarrollo).

Me hace lógica pensar en nuestra sociedad como un adolescente que tiene ganas de comerse al mundo, pero aún es dependiente y fantasioso, tiene buenas ideas y pero no es disciplinado ni ordenado, es muy observador e intelectualmente agudo, pero no se ve a sí mismo y cree que lo que piensa es la verdad absoluta.

En otras palabras, como adolescentes estamos aprendiendo y la única forma de aprender es echando a perder, por ello, es como si jugáramos a ser grandes, a tener relaciones serias, pero en verdad estamos aprendiendo a vernos, a ser independientes y a saber qué nos realiza y qué no, por ello nuestras relaciones generalmente terminan de la única manera que los adolescentes pueden terminar algo, explotando, con malos entendido, celos, etc. Lo importante aquí es reconocernos en esa etapa, comprender que no estoy hablando de los adolescentes, sino de toda una sociedad que está aprendiendo.

Los seres humanos tenemos el potencial de construir nuestra realidad en base a nuestros pensamientos

Creer es crear.

Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado, es decir, los seres humanos tenemos el potencial de construir nuestra realidad en base a nuestros pensamientos y esto nos hace tan poderosos como vulnerables, ya que tenemos un costal de ideas preconcebidas de lo que una relación amorosa tiene que ser, justo como un adolescente tiene ideas preconcebidas de lo que pasará y hará en una fiesta y a la mera hora ni hace ni pasa y se desilusiona.

Si a esto le sumamos el hecho de que todos los seres humanos aprendimos lo que es una mujer en casa, viendo a mamá y a nuestras hermanas, y aprendimos lo que es un hombre en casa, viendo a papá y a nuestros hermanos (o a las figuras que cumplieron con esas funciones), tenemos entonces patrones arraigados en nuestro sistema neuronal que nos hacen creer que las relaciones deben ser de una y no de otra manera.

Como cereza en el pastel hay que tomar en cuenta a nuestra cultura que nos llena la cabeza de ideas como «Si no te cela es por que no te quiere», o «En todas las relaciones hay problemas», o «Todos los hombres engañan», o «En una relación hay que luchar», etc, por las cuales estamos generalmente programados a continuar en ese camino de sufrimiento en las relaciones humanas, pues que el inconsciente toma estas creencias como órdenes que hay que cumplir, y sin darnos cuenta terminamos haciéndole los honores al clan, transformando nuestros pensamientos descontrolados en realidad.

A caso no se enteraron que cuando sostenemos una filosofía dirigida al sufrimiento, lo más seguro es que suframos, y no sobra decir, que ello sucede independientemente de la realidad. No hay probabilidades significativas de tener una relación sana, exitosa si seguimos los métodos tradicionalesbasados en creencias tradicionales-, que evidentemente ya no funcionan y nos someten a tensiones que no son necesarias para la experiencia del amor.

Esa persona a la que amamos más, es la persona que nos puede lastimar más

La paradoja emocional de las relaciones.

Me refiero a ese vaivén emocional, a los altibajos energéticos o a esa sensación de estar haciendo algo importante (amar a nuestra pareja), pero a la vez estar perdiendo el tiempo, sin hacer nada, solo viéndonos, o a la increíble capacidad de armar un zafarrancho por cualquier tontería y, por otro lado, entretenernos alegremente con cualquier tontería, vaya derroche de energía, de vida.

También hay que recordar el hecho psicológico en el que generalmente experimentamos que esa persona a la que amamos más, es la persona que nos puede lastimar más, la amamos y nos enoja, todo o nada; en fin, experiencias que nos sumergen en la depresión o nos emocionan haciéndonos sentir que volamos, todo a una velocidad en la que es difícil asimilar lo que pasa.

Una conclusión frecuente es que una relación nos ha llenado (dado), o vaciado (quitado), o las dos cosas, a veces al mismo tiempo. De alguna manera parece que generalmente pasamos de un extremo a otro sin control en la relación con nuestra pareja y en suma, la relación termina siendo exhaustiva y demandante, lo que empezó como una enorme alegría y evidente satisfacción, termina siendo decepcionante y doloroso.

Toda esta paradoja emocional tiene razones y causas específicas y puede ser controlada y dirigida, para ello es absolutamente necesario conocernos a nosotros mismos, hacernos cargo de nosotros mismos y al mismo tiempo sentir, ser intuitivo, saber cómo se siente lo que estamos viviendo, entre otros comportamientos que nos ayudan a no perder la paz y la tranquilidad.

Esta es, de hecho, la única verdaderamente buena noticia que podemos encontrar en la vida: Ya que no podemos controlar nada, ni el tiempo, ni las condiciones del lugar, ni a los otros que nos rodean, menos a nuestra pareja o sus intenciones, lo único que puedes controlar es tu mente, y me refiero justo a eso que se siente ahí en el pecho.

El camino hacia el amor propio

El camino del amante.

Generalmente digo que el amor es para grandes y obviamente no me refiero a grandes de edad, o de tamaño, me refiero a grandes de consciencia, porque sólo un ser consciente puede controlar y sostener los pensamientos y emociones virtuosas que le permiten actuar de manera sabia y amorosa con los demás.

Solo un ser consciente puede amarte a pesar de que no seas como él quiere que seas, y para encontrar un ser consciente que pueda amarte verdaderamente, necesitas convertirte en un ser consciente que pueda amar, es un principio: no se puede dar lo que no se tiene, no se puede encontrar lo que no se conoce.

Por ello, el camino del amante incluye lugares lógicos como el amor propio, la experiencia gozosa de la soledad, la independencia emocional y económica, el control del tiempo y el espacio, la realización intelectual, emocional, sexual y física, entre otros, una vez que se ha transitado por esos lugares el amor se manifiesta armónicamente, es fácil, sincrónico y lo más importante, estable, se sostiene.

La única oportunidad significativa que tenemos de encontrar el amor en nuestras vidas, empieza por construir el amor dentro de nosotros mismos, lo demás es ilusorio y temporal, por eso el amante tiene que prepararse, entrenar, y ya desde este lugar es fácil entender que nadie nos va a poder amar realmente si no es una persona que se haya preparado para ser un amante, ampliando su consciencia y controlando su mente, si no se ha preparado, lo más seguro es que esté aprendiendo con nosotros.

Todos queremos tener una relación especial, para lograrlo es necesario transformarnos en una persona especial.

@drpsyke

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